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SALMO 37

Se recomienda la confianza sosegada y uniforme en Dios y la integridad constante, en vista de la bienaventuranza de los piadosos, contrastada en sus varios aspectos con la ruina final de los malos. Así se vindican la sabiduría y la justicia de Dios, y se explican las aparentes desigualdades que incitan las cavilaciones de los malos y la falta de fe de los piadosos. La historia personal de David ilustra abundantemente el salmo.

Salmos 37:1 – 7

No te impacientes a causa de los malignos,

Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

Porque como hierba serán pronto cortados,

Y como la hierba verde se secarán.

Confía en Jehová,  y haz el bien;

Y habitarás en la tierra,  y te apacentarás de la verdad.

Deléitate asimismo en Jehová,

Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

Encomienda a Jehová tu camino,

Y confía en él;  y él hará.

Exhibirá tu justicia como la luz,

Y tu derecho como el mediodía.

Guarda silencio ante Jehová,  y espera en él.

No te alteres con motivo del que prospera en su camino,

Por el hombre que hace maldades.


No te impacientes: Expresan el sentimiento general de todo el salmo. Los justos no deben inquietarse por la prosperidad de los inicuos, porque es pasajera, y el fin de ellos, indeseable. No te debes prestar a guardar sentimientos de envidia contra ellos porque “como la hierba serán pronto cortados”

Confía en Jehová: Si existe alguien en quien puedas confiar ese es Dios, el no falla a sus promesas a veces es difícil sentarte a ver como las demás personas avanzan en cosas que uno no ha logrado hacer, es fácil querer tomar mi propio camino y desviarme del propósito de Dios si no confió en el, si no confió que el tiene un plan para mi vida. (vea entrada Tu tienes un Plan)

Deléitate asimismo en Jehová: la versión de la Biblia Palabra de Dios para Todos dice en este versículo “Disfruta sirviendo al Señor y él te dará lo que necesites.”.  Deleitarme en el Señor implica que acepto mi posición con El y la disfruto, me hace pensar que puedo disfrutar sirviendo al Señor, Mientras confió que El tiene cuidado de mi (me recuerda mucho las palabras de Jesús diciendo “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,  y todas estas cosas os serán añadidas.”

Encomienda a Jehová tu camino: Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados. (Pro_16:3.) Dile al señor las cosas que debes hacer pero que no puedes hacer por ti mismo exprésalo como una carga, Cuéntale de las cosas que como humanos estamos limitados a hacer pero El por su infinito poder y majestad puede hacerlo. Espera Confía en él. El hará lo que tú no puedes (Salmos_22:8; y Salmos 31:6).

Guarda silencio ante Jehová: estar en silencio ante Dios demuestra que no tienes porque alterarte cuando estas con El.  No necesitas reclamarle nada, no necesitas desconfiar que tal vez se haya olvidado de tu petición y tu causa, simplemente calla ante El, aunque las cosas vayan arreciándose mas tu calla, mantén tu integridad, no murmures contra Dios o contra sus planes.  Y espera—en la tranquilidad de la espera, Dios te responderá.

¿A que nos estamos Aferrando?

Anillos

Lectura: 1 Timoteo 6:11-16

Recientemente, la trilogía clásica de Tolkien, El Señor de los Anillos, cobró vida por medio del cine. En la segunda historia épica, el héroe, Frodo, alcanzó un punto de desesperación y cansado le confió a su amigo: «No puedo hacer esto, Sam». Como buen amigo, Sam le dio un vehemente discurso: «Es como en las grandes historias… estaban llenas de tinieblas y peligros… la gente de esas historias tuvo muchas oportunidades de volverse atrás, pero no; siguieron adelante. Porque se aferraron a algo». Esto instó a Frodo a preguntar: «¿A qué nos estamos aferrando, Sam?» Es una pregunta significativa, una pregunta que todos debemos hacernos.

Al vivir en un mundo caído y quebrantado, no es de extrañar que algunas veces nos sintamos abrumados por los poderes de las tinieblas. Cuando lleguemos al borde de la desesperación, listos para tirar la toalla, haremos bien en seguir el consejo de Pablo a Timoteo: «Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna» (1 Timoteo 6:12). En las batallas de la vida, aferrémonos al hecho de que, al final, la buena voluntad triunfará sobre el mal, de que un día veremos a nuestro Maestro y Líder cara a cara y reinaremos con Él para siempre. ¡Tú puedes ser parte de esta gran historia, sabiendo que, si has confiado en Jesús para salvación, se te garantiza un final victorioso!

Las pruebas de la tierra son pequeñas comparadas con los triunfos del cielo

Tiempos de Quietud

tranquilidad

Lectura: Salmo 23:1-3; Marcos 6:30-32


Mi amiga María me contó que siempre había valorado los momentos que pasaba pescando con su padre. Como no soy una aficionada a la pesca, me entró curiosidad por saber qué era lo que ella encontraba tan bonito. «Simplemente me gusta estar con mi padre» —dijo. «¿Entonces sólo pescáis y habláis?» —le pregunté. «Oh, no, en realidad no hablamos —me dijo. Sólo pescamos».

No era la conversación, era la compañía.

¿Alguna vez te has puesto a pensar cuánto tiempo pasamos hablando? Generalmente, en lo que nos gusta llamar nuestro «tiempo de quietud» con Dios, llenamos todo silencio con nuestras oraciones. ¿Pero acaso alguna vez practicamos simplemente estar «quietos»?

Dios dijo: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios» (Salmo 46:10). Cuando Jesús notó que los discípulos estaban tan ocupados que ni siquiera tenían tiempo para comer, les dijo: «Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco» (Marcos 6:31). Cuando dejamos atrás las distracciones de la vida, podemos descansar con mayor facilidad y volver a centrarnos en Dios.

¿Estás permitiendo que los momentos de quietud a solas con Dios sean parte de tu vida? ¿Deseas que Él restaure tu alma? (Salmo 23:1-3). Permítele que te enseñe cómo «estar quieto». Y escucha cuando Jesús te invita: «Ven aparte conmigo y descansa un poco».

Los tiempos de quietud con Dios acumulan energía y poder para emergencias futuras.